miércoles, 11 de julio de 2018

Fin de pesadilla: Niños de la cueva se reúnen con familiares

Los doce niños y su tutor rescatados entre el domingo y el martes tras pasar más de dos semanas en una cueva del norte de Tailandia podrán reunirse con sus familias, algunos tan pronto como este miércoles.

A una distancia de tres pies, con guantes y ropa especial, los padres y madres de ocho de los 13 liberados podrán acceder a la estancia donde se encuentran sus seres queridos ingresados en el hospital provincial de Chiang Rai, norte del país.

Los cinco restantes, cuatro niños y el adulto, que fueron los últimos en salir de las profundidades de la caverna el martes, permanecerán al menos un día más en cuarentena para evitar el contagio de posibles enfermedades.

"Hay que mantener un protocolo de seguridad debido al débil sistema inmunológico de los menores" tras quedar atrapados en el interior de la montaña el pasado 23 de junio, indicó durante una rueda de prensa uno de los médicos que evalúa al grupo.

Sus familiares les pueden ver y hablar a través de un cristal ubicado en la puerta de la instancia donde se recuperan.

"Tengo muchas ganas de abrazar a mi sobrino", dijo el martes a los medios Amporn Srivichai, tía de Ekapol Chantawong, el entrenador de los chiquillos en el equipo juvenil de fútbol "Los Jabalíes" y quien abandonó en último lugar.

Todos se recuperan con normalidad y su vida no corre peligro, a pesar de que han perdido de media unos dos kilos de peso cada uno durante los días que permanecieron en la gruta, de los cuales nueve los pasaron desaparecidos y sin comida.

Los médicos dijeron que tres de los menores registran cuadros leves de neumonía y uno es tratado por un corte en la pierna derecha.

Oftalmólogos se encargan de comprobar si sufren algún problema ocular después de permanecer tanto tiempo en la oscuridad.

Los jabatos y su entrenador son alimentados a base de una dieta blanda de arroz y pollo, además de la ingesta de varios suplementos vitamínicos.

No obstante, los primeros cuatro rescatados, que salieron de la cueva el domingo, podrían cenar este miércoles alimentos más variados.

El grupo, que también recibe apoyo psicológico, mantiene buen estado de ánimo y tendrá que pasar al menos siete días en el centro médico antes de recibir el alta.

Las operaciones de salvamento comenzaron el domingo con el rescate de cuatro chavales, el lunes salieron otros cuatro y ayer martes, se completó la operación con los cinco restantes.

Los doce escolares, de entre 11 y 16 años, y el entrenador, de 26, se internaron en la cueva Tham Luang, situada en el norte de la provincia de Chiang Rai, durante una excursión el sábado 23 de junio tras completar un entrenamiento de fútbol cuando una súbita tormenta inundó el camino de salida.

La madre de uno de ellos dio la alerta al ver que su hijo no regresaba, pero no los encontraron hasta nueve días más tarde, hambrientos y débiles, en una caverna a dos millas y media de la entrada.

Para salir al exterior, los chavales y el monitor, acompañados cada uno de ellos por dos rescatistas, tuvieron que atravesar una serie de laberínticos pasadizos parcialmente inundados y desniveles con una visibilidad nula durante más de 4 horas de travesía.

El grupo ha tenido que aprender a bucear en cuestión de días, una tarea difícil si se tiene en cuenta que muchos no sabían nadar.

Dos buzos, uno delante y otro detrás, han acompañado a los rescatados en cada una de las misiones de salvamento.

La dificultad de la operación quedó patente con la muerte el jueves pasado de un voluntario antiguo miembro de los grupos de élite de la marina al quedarse sin aire durante una inmersión.

El fallecido, "Samar Gunan, es uno de los héroes de este operativo", recordó anoche Narongsak Ossottanakorn, portavoz de los equipos de rescate.

El representante también apuntó que espera que este incidente sirva de ejemplo para concienciar a todo el mundo sobre la importancia de la seguridad.
Fuente:EFE

Japón Confirma al menos 179 muertos y miles evacuados por lluvias

Japón sigue tratando de contener este miércoles los devastadores efectos de las lluvias torrenciales registradas desde el pasado jueves, que han dejado al menos 179 muertos, mientras que el primer ministro nipón, Shinzo Abe, ha visitado las zonas afectadas.

El desastre natural es ya el más mortífero causado por un fenómeno meteorológico en el país asiático en 36 años, y su balance de fallecidos aumenta por horas, conforme avanzan las tareas de búsqueda y rescate de las decenas de personas que continúan desaparecidas.

Estos trabajos se ven dificultados por la amplitud de las inundaciones provocadas por las lluvias y por los daños en infraestructuras como puentes y carreteras, así como por el riesgo persistente de que se produzcan nuevos aludes de fango y rocas o derrumbamientos de tierra, y de que se registren más tormentas.

La última cifra de fallecidos asciende a 179, dijo este miércoles en rueda de prensa el ministro portavoz del Ejecutivo, Yoshihide Suga, mientras que los medios nacionales sitúan el número de desaparecidos entre los 39 y el medio centenar, a partir de los datos ofrecidos por las diferentes regiones afectadas.

El primer ministro nipón, Shinzo Abe, se desplazó a Okayama (sudoeste), una de las zonas más castigadas por el desastre, a bordo de un helicóptero de las Fuerzas de Autodefensa (Ejército) para observar sobre el terreno las tareas de rescate y de asistencia a las decenas de miles de afectados por la catástrofe.

El líder conservador nipón viajará a continuación a Hiroshima (oeste) y Ehime (sudoeste), después de cancelar su gira prevista para esta semana por Europa y Oriente Medio.

Abe visitó hoy varios centros de evacuados en la localidad de Kurashiki (Okayama), donde departió con personas que habían perdido sus hogares y les prometió que el Gobierno "hará todos los esfuerzos posibles" para que puedan reconstruir sus vidas, según la agencia nipona Kyodo.

Solo en Kurashiki hay más de 2,300 refugiados en centros temporales como colegios, templos u otros edificios públicos, donde reciben alimentos y otros servicios básicos de manos de las autoridades locales y de voluntarios, pese a obstáculos como los cortes constantes de agua y de electricidad y a las alteraciones del transporte.

"Tenemos experiencia a la hora de lidiar con tifones y lluvias torrenciales, pero nunca habíamos experimentado una catástrofe a esta escala, por lo que nos enfrentamos a ciertas dificultades y confusión", explicó a Efe el responsable de desastres naturales del ayuntamiento de Kurashiki.

Unas 7,200 personas siguen este miércoles evacuadas en refugios temporales en 15 prefecturas del país, mientras que 244,000 viviendas continúan sin suministro de agua corriente, informó la cadena estatal NHK.

Al mismo tiempo, unos 75,000 miembros del Ejército, la policía y los bomberos prosiguen con las tareas de búsqueda y rescate de desaparecidos, para las que se han desplegado 83 helicópteros y decenas de embarcaciones.

En el municipio de Fukuyama (Hiroshima), las autoridades locales ordenaron hoy evacuar medio centenar de viviendas ante el riesgo de desborde de dos embalses, mientras que se han desplegado camiones de bombeo para extraer el agua de otras localidades que quedaron totalmente inundadas.

El fenómeno meteorológico también ha perjudicado a las grandes empresas niponas que cuentan con plantas de producción en las zonas más afectadas, y que se han visto obligadas a detener su producción.

Entre ellas están los fabricantes de vehículos Mitsubishi Motors y Mazda Motor o el conglomerado tecnológico Panasonic, que decidieron mantener cerradas sus plantas en el sudoeste del país debido a las inundaciones registradas en dichas instalaciones o en los domicilios de muchos de sus trabajadores.
Fuente:EFE

Huracán Chris mantiene fuerza pero no amenaza los Estados Unidos

El huracán Chris, que la noche del martes se convirtió en un huracán categoría 2, mantenía este miércoles su potencia mientras se desplazaba lejos de la costa de Estados Unidos, según informó el Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés).

Chris, la tercera tormenta con nombre en el Atlántico este año, se encontraba a unas 315 millas al este de Cabo Hatteras, Carolina del Norte. La tormenta tenía vientos máximos sostenidos de 105 millas por hora y se movía rumbo noreste a una velocidad de 22 millas por hora. 

De acuerdo al último boletín del NHC, empezará a perder fuerza la noche del miércoles y el jueves, coincidiendo con su posible llegada a Terranova, se degradará a tormenta tropical.

No se ha emitido ninguna vigilancia ni aviso de tormenta para las zonas costeras pobladas, aunque la costa Canadá en su zona atlántica debe vigilar el progreso del sistema, agregaron los expertos.

En la actual temporada de huracanes en el Atlántico, que comenzó el pasado 1 de junio, se han formado tres tormentas, una de las cuales, Beryl, se convirtió en huracán de categoría 1.
Fuente:EFE