Beirut.- El traslado de una población en Siria fue reanudado el sábado tras un mortífero estallido que dejó al menos 100 muertos —entre ellos niños, partidarios del gobierno y combatientes opositores— en un punto de evacuación, lo que le da nueva urgencia al muy criticado operativo.
La explosión ocurrió en una terminal de autobuses en el área de al-Rashideen en la que miles de simpatizantes del gobierno evacuados un día antes aguardaron impacientemente durante horas, al tiempo que los combatientes de la oposición vigilaban el área mientras los negociadores discutían sobre cómo llevar a buen fin el acuerdo de traslados.
A pocos metros de distancia, cientos de evacuados de zonas pro rebeldes también deambulaban en un estacionamiento limitado por muros, vigilados por las tropas del gobierno.
En las imágenes de video del lugar podían verse cuerpos, entre ellos de combatientes, tirados en el piso al costado de autobuses, varios de los cuales quedaron carbonizados y otros despedazados. Fue posible ver objetos personales que colgaban de las ventanas. El fuego consumía varios vehículos mientras los rescatistas luchaban por apagarlo.
Fueron las escenas más recientes en el persistente derramamiento de sangre que experimentan los sirios. A principios de este mes, al menos 89 personas murieron en un ataque con armas químicas en el que las cámaras captaron a niños que arrojaban espuma por la boca y adultos que se esforzaban por respirar.
El sangriento caos luego del ataque del sábado sólo profundizó el rencor hacia los traslados, criticados como ingeniería poblacional. También reflejó el desorden que rodea a las negociaciones entre las partes en guerra. Naciones Unidas no supervisó el acuerdo de traslados de los poblados de Foua y Kfraya, asediadas por los rebeldes, ni de Madaya y Zabadani, sitiadas por el gobierno.
Nadie se atribuyó la responsabilidad por el ataque, pero medios de comunicación a favor del gobierno y la oposición intercambiaron acusaciones, denunciando actos de interferencia extranjera o conspiraciones que socavan el acuerdo.
La televisión estatal al-Ikhbariya reportó que el atentado se debió a un coche bomba que trasladaba alimentos que serían entregados a los evacuados en un área en manos de los rebeldes —al parecer patatas fritas para niños_, y acusaron a grupos rebeldes de perpetrarlo. Un conductor de televisión del área señaló que "no puede haber vida con los grupos terroristas".
"No sé nada sobre mi familia. No los puedo encontrar", dijo una mujer entrevistada por al-Ikhbariya mientras lloraba afuera del hospital estatal en Aleppo, a donde fueron trasladados los heridos.
Un vocero de las fuerzas rebeldes indicó que el coche bomba había sido estacionado en el área y luego abandonado. Otro portavoz de uno de los grupos insurgentes que negoció el trato añadió que resulta poco creíble que los rebeldes realizarían un ataque de este tipo contra sus propios combatientes.
Yasser Abdelatif, un funcionario de medios de comunicación para Ahrar al-Sham, informó que cerca de 30 rebeldes murieron en la explosión. Abdelatif acusó al gobierno o a grupos insurgentes extremistas de orquestar el ataque a fin de desacreditar a la oposición.
La Defensa Civil Siria en la provincia de Aleppo, también conocida como los Cascos Blancos, indicó que sus voluntarios han recuperado al menos 100 cuerpos del lugar de la explosión. Ibrahim Alhaj, miembro de los Cascos Blancos, agregó que entre los 100 muertos registrados por los rescatistas se encontraban muchos niños y mujeres, así como combatientes.
Medios oficiales sirios reportaron al menos 39 muertos, incluidos menores de edad. El Observatorio Sirio por los Derechos Humanos, grupo de la oposición, ofreció una cifra de 43 fallecidos y enfatizó que es muy probable que el número aumente debido a la dimensión de los daños.
Fuente:AP
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