Puebla, México.- No escucharon nada, pero sintieron todo: entre ovaciones ocho jóvenes estudiantes mexicanos con discapacidad auditiva recibieron su certificado de bachillerato y con ello se convirtieron en la primera generación inclusiva del bachillerato José María Lafragua, en la ciudad mexicana de Puebla.
"Lo único que no podemos hacer es oír, pero sí escuchar", señaló durante la ceremonia de graduación uno de los alumnos.
La falta de este sentido unió a este grupo desde preescolar. "Vienen desde pequeños juntos, preescolar, primaria, secundaria y ahora el bachillerato. A todos los hemos visto crecer juntos y vemos que sí se puede", dijo a Efe José David Lozano Hernández, padre de Karen, una de las alumnas graduadas.
Con 17 años, Karen, sorda desde los seis meses de edad, reconoce que el camino no ha sido fácil, pero sí posible. Su hermana es quien traduce el lenguaje de señas con el que esta estudiante se comunica.
Con el certificado de bachiller en mano, Karen se prepara ahora para entrar a la universidad y estudiar la carrera de diseño gráfico, además de ser maestra de karate.
"Es difícil la vida, el futuro, pero tienen que ver que sí se puede aunque seamos sordos", declaró en una entrevista con Efe.
Añade que detrás de este logro hay muchas horas de estudio para lograr ser "maestros en interpretar las señas", un esfuerzo que "para todos ha sido igual de difícil".
Los maestros que imparten clases en el bachillerato José María Lafragua saben lenguaje de señas y fueron capacitados por una doctora especialista.
Esta opción existe en ocho planteles del estado central de Puebla, ubicados en los municipios de Amozoc, Tenampulco, Caxhuacán, Hueytamalvo, Tepatlaxco y en la ciudad capital Puebla. En la actualidad son 132 alumnos con diferentes tipos de discapacidad quienes participan en estos planes educativos.
Tal y como lo establece la reforma educativa de 2013, la educación debe ser inclusiva para todos los estudiantes con cualquier tipo de discapacidad.
En palabras de Rogelio Radal Martínez, uno de los maestros encargados de enseñar lectura, comprensión y lenguaje de señas a niños sordos, el docente "debe buscar la forma de cómo incluir a las personas". Pero, más importante, debe hacer "que el alumno sea feliz y entienda lo que está haciendo".
Su experiencia personal avala sus palabras, ya que Rogelio también padece discapacidad auditiva desde que nació. "No puedo escuchar ni siquiera mi propia voz o la voz de mi madre. Entonces, ¿cómo me manejo? Leyendo los labios", explicó.
Señaló que en México existe poco apoyo hacia la formación del sordo, por lo que celebra el trabajo que se lleva a cabo en la escuela en la que imparte clases, y consideró importante que este tipo de educación "se establezca como ejemplo no solo en Puebla sino en todos los países" para que se haga valer la palabra inclusión.
En sus clases enseña a los estudiantes a tomar la discapacidad con humor. "A mis alumnos les digo que se traten de concentrar en la persona y no en la discapacidad; cuando dicen cosas como 'Oiga, maestro, ¿usted ha escuchado esta canción?', yo digo en tono de burla 'No, no puedo desde hace 26 años, pero gracias por recordármelo'" relató.
Las manos de este maestro y las de estos ocho jóvenes recién graduados son las encargadas de comunicar cada palabra que su boca no puede decir; con gestos firmes señalan que la peor discapacidad no es la suya sino la de quien no se da cuenta de que todos somos iguales.
Fuente:EFE