Balaguer lidió con crisis económicas y convulsiones políticas y Leonel crisis financiera, pero nada como ahora
Desde el 1966 a la fecha el país ha elegido siete presidentes para 15 periodos constitucionales y al último, el recién electo presidente Luis Rodolfo Abinader Corona, le tocará asumir el cargo con la mayor crisis que haya tenido la República Dominicana en esos 54 años y, consecuentemente, tendrá que lidiar con un peor panorama que el de sus antecesores, Danilo Medina, Leonel Fernández, Hipólito Mejía, Salvador Jorge Blanco, Antonio Guzmán y Joaquín Balaguer.
El coctel de problemas que recibirá Abinader y que, hasta el inicio de este año no estaban contemplados, es una profundización de la situación sanitaria por la pandemia de la Covid-19 con unos mil contagios por día y, hasta ahora, 981 muertos, lo que ameritó una declaratoria de emergencia de 45 días, la más extensa en casi 5 meses de la pandemia; y una proyección de recesión económica superior al -5.5%, según la Cepal, la pérdida del 44% de los empleos formales y casi 2 millones 700 mil de nuevos pobres al finalizar el año, un déficit fiscal significativo y la caida de las recaudaciones.
Si a todo eso se agrega que la sociedad está dominada básicamente por el empoderamiento ciudadano, la época de las redes sociales, las protestas en las plazas, la exigencia de transparencia y la rendición de cuentas, necesariamente hay que concluir que el panorama en que Abinader gobernará será complejo, por no decir difícil.
Ciertamente, en ese lapso, el país ha enfrentado situaciones económicas tan difíciles o más que la actual como en el 1990 en el gobierno de Joaquín Balaguer que hubo una recisión de -5.5% y el 1965, en la frontera del periodo de análisis, durante la guerra civil que fue de -13%, pero esas crisis tenían la particularidad que no eran fenómenos globales, sino locales, ni había una pandemia de por medio. Otro presidente que lidió con una crisis económica fue Leonel Fernández en el 2004 y luego en el 2007, pero la economía mantuvo el ritmo de crecimiento. Hipólito Mejía la enfrentó al final de su gobierno en el 2003 por un colapso bancario.
Danilo Medina ha gobernado con el viento a favor y en sus 8 años no enfrentó ninguna situación de crisis. Aunque la actual situación inició en su gobierno a Medina no le tocará la peor parte de la crisis sanitaria y económica derivada de la pandemia de la Covid-19.
Sobre el reto que representa el manejo del poder en el contexto actual, el reconocido economista y escritor venezolano Moisés Naím, autor del famoso libro “El fin del Poder” ha afirmado que el poder está cada vez más dividido, no sólo en lo político sino en los diferentes ámbitos “porque el poder ya no es lo que era antes, ahora es más fácil de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder”.
Aplicando la teoría de Naím al contexto en que Abinader ganó desde la oposición las elecciones del pasado 5 de julio en primera vuelta al alcanzar el 52% de los votos, no se podría afirmar que le resultó fácil, pues era su tercera participación consecutiva en la boleta electoral desde que inició en el 2012 como candidato vicepresidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y luego candidato presidencial del naciente Partido Moderno (PRM) en el 2016 y de nuevo para el 2020, cuando concretizó su proyecto de ser presidente.
Sin embargo, una serie de hechos políticos ocurrieron en el país que beneficiaron a Abinader. Iniciaron con la división del PLD por el intento de una segunda reforma a la Constitución para la reelección del presidente Medina, que fue frenado en un movimiento que tiene como principal protagonista al expresidente Fernández, pero que contó con el apoyo militante y decidido de Abinader. La división del PLD en octubre del 2019, al parecer disparó las posibilidades de Abinader ganar la presidencia, pues para enero de este año la encuesta Gallup estableció que su intención de voto era de 42%.
Un acontecimiento que marcó al país ocurrió luego de eso y evidentemente fue determinante para catapultar Abinader como el favorito de los votantes para la presidencia. Se trata de la suspensión de las elecciones municipales por un fallo en el sistema de voto automatizado que generó amplias protestas en todo el país con la Plaza de la Bandera como epicentro. Para el 25 de febrero la encuesta Greenberg otorgaba Abinader un 52% en intención de votos y para finales de junio de este año la encuesta Gallup le dio 53% y ganó con el 52%.
Esas protestas fueron convocadas por las redes sociales y estuvieron encabezadas básicamente por jóvenes de clase media, por lo que es posible concluir que el contexto social que vive el mundo y al que hace referencia Naím, influyeron para facilitar en el triunfo de Abinader. De hecho, en el último tramo de la campaña Abinader se vio precisado a dejar las calles pues se contagió de la Covid-19. Sin embargo, el 23 de junio de manera inusual un grupo de ciudadanos incluida la exjueza Miriam Germán Brito, se presentaron en la Plaza de la Bandera en protesta para exigir transparencia en las elecciones del 5 de julio. En los días siguientes algunos jóvenes volvieron al lugar con la misma exigencia.
De hecho, el presidente electo es una figura de las protestas. Participó en la Marcha Verde en el 2017 contra la corrupción y la impunidad; volvió a protestar por el respeto a la Constitución en el 2019 y repitió la acción para defender la democracia por la suspensión de las elecciones en el 2020. Abinader se ofertó como el presidente del cambio que, según la encuesta Gallup, anhelaba el 58% de la población, y el ahora presidente electo lo abrazó como slogan de campaña.
El cambio que prometió Abinader está enfocado básicamente en mermar la corrupción denunciada por la opinión pública y que se ha colocado en la agenda de la ciudadanía desde el tercero hasta el quinto puesto entre los problemas principales. La presión social a Abinader inició a pocos días de haberlo declarado ganador de las elecciones con algunos activistas que hasta le pusieron a enero como tope para que haya sometimientos por corrupción o de lo contrario habrá protestas y ya se activó la Marcha Verde con un pronunciamiento similar.
Además de los factores sociales, hay variables políticas que Abinader tendrá que observar para la gobernabilidad. El próximo presidente tendrá en la oposición dos figuras de peso y con dilatada carrera política, Leonel Fernández y Danilo Medina, dos expresidentes con una amplia obra de gobierno, buen manejo de la economía y con ambición de volver a conquistar el poder.
El caso de Medina es más complicado pues está inhabilitado para ser candidato, pero es el líder del partido más fuerte de la oposición, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Fernández trilló un amplio camino de lucha por la democracia en el recién concluido proceso electoral que lo legitimaron como líder político, está habilitado para ser de nuevo candidato, pero necesita construir una estructura partidaria fuerte, pues su organización, Fuerza del Pueblo (FP), con la votación que obtuvo en el pasado proceso electoral demuestra que necesita fortalecer sus estructuras.
En el actual panorama ¿Qué garantiza que las mismas protestas que catapultaron Abinader para ganar las elecciones se conviertan en su handicap? El reto sería enfocarse en no dar razones de peso para que vuelvan las protestas, pero hay ingredientes de intereses políticos y crisis económica con potencial de generar convulsiones sociales.
La opinión de los expertos
Sobre el complejo panorama en que Abinader tendrá que iniciar su gestión, el historiador Roberto Cassá lo coloca en la historia en la gran recesión del 1929 al 1933. “Esta es una situación muy difícil pero no es la primera vez que un presidente inicia en una situación muy difícil que se sitúa en la del 1929 y no sabemos si la actual será mayor o menor, pero es un impacto parecido en la economía mundial”, refirió.
Sin embargo, dijo que no es la única crisis que hereda un presidente. “Trujillo (Rafael Leonidas) llegó y tuvo que hacer una reestructuración tremenda, muchos de los que trabajaban en el gobierno se quedaron sin salarios, los salarios se redujeron a la mitad, por lo que de ahora no es único, ni es nuevo, porque ha sucedió varias veces”, acotó. A pesar de eso sostuvo que lo que vive el mundo es una situación nueva porque para conservar vidas hay que afectar la economía.
“El único precedente de una recisión potente es la del 1929 al 1933, no veo otra, porque las otras crisis fueron mucho más breves y de efectos mucho menos prolongados, y no tenían la gravedad de la del 1929 que se debió a los ciclos de Marx (Carlos) del capital que señala Marx entre oferta y la capacidad de consumo propio del capitalismo; hoy no tenemos una crisis fruto de eso, pero son parecidas en términos de efectos”, subrayó.
“Hay que tomar medidas que restringen el movimiento económico, es un reto nuevo y va a permanecer hasta que se conjure la epidemia con medicamentos, vacunas y tratamientos que aún no están claros; entonces es una situación muy complicada en términos de compatibilizar economía y salud por lo que hay una recesión mundial forzada sin precedentes en la historia moderna”, subrayó.
Cassá argumentó que las repercusiones sociales derivadas de la crisis económica y sanitaria serían profundas dado que el sistema capitalista no contempla mecanismos de redistribución y protección para las personas de bajos ingresos y los afectados de la clase media.
De su lado, el politólogo Freddy Ángel Castro sostuvo que Abinader será el presidente que en los últimos 54 años recibe el panorama más sombrío, pero que eso no quiere decir que otros gobernantes por igual no heredaron situaciones de crisis económica, política y social al asumir el poder. “El problema reside en que esta crisis no depende solamente de las acciones internas porque tiene un entorno internacional que afecta la crisis interna”, apuntó.
Sobre el tema social y para evitar posibles brotes de protestas, Castro recomendó mantener y expandir los programas de asistencia social. “Hay programas que tiene que crear y tiene que buscar préstamos porque las recaudaciones se han caído, si lo hace así creo que la gente podría tolerar la crisis porque la gente está consciente de que hay un factor de crisis”, observó. Sobre la presión de sectores para que haya sanciones contra las acciones de corrupción en el Estado, Castro consideró que Abinader no se puede dar el lujo de fallar en eso porque fue su principal promesa de campaña.
“Claro que tiene que responder a eso; por primera vez en los últimos 20 ó 30 años un gobierno no cambia por un factor de crisis, aquí lo que generó el cambio fue el empoderamiento social, sed de justica, transparencia, anticorrupción, esa es la principal bandera del gobierno de Luis Abinader y si suelta esa bandera, en enero y en febrero comenzará a enfrentar movilizaciones en las calles”, advirtió.
El economista Pavel Isa sostuvo que la crisis económica actual no solo se debe destacar por la profundidad en las dimensiones de la caída de la actividad económica que podría ser mayor a la proyección.
“Lo que pasa es que esta crisis tiene mucho mayor capacidad destructiva del tejido productivo, todas tienen efecto destructivo, pero esta será tan grande que su capacidad de destrucción será mucho mayor porque hay empresas que verán sus ingresos reducidos a cero en varios meses, no es una simple disminución de las ventas y de las producción, se trata que se derrumban hasta cero”, dijo.
Abinader da confianza con sus decisiones
Las decisiones del presidente electo hasta ahora han recibido el apoyo de la sociedad y en su accionar se destaca la prioridad a los temas urgentes como salud, economía y educación. El presidente designó un equipo de salud coordinado por la vicepresidenta electa, Raquel Peña, que ha estado trabajando con las actuales autoridades para definir el plan de acción para contener la pandemia. Igualmente, designó un equipo económico compuesto por reputados economistas y la medida más impactante del sector económico fue la ratificación del gobernador del Banco Central en el cargo, Héctor Valdez Albizu. Además de designar el gabinete presidencial que encabezan Lisando Macarrulla, José Ignacio Paliza y Antoliano Peralta, Abinader anunció a Roberto Fulcar como el ministro de Edcuación, uno de los sectores más afectados por la pandemia y que genera mayor nivel de preocupación.
Los expertos