Hay imágenes que definen catástrofes y los incendios en Australia cuenta con varios ejemplos. Los koalas escapando de las llamas o bebiendo de las botellas de agua de ciclistas sensibilizaron a nivel internacional, también lo hicieron los árboles engullidos por las llamas, los voluntarios luchando contra ellas o los restos de pueblos calcinados. Sin embargo, hay una fotografía que evidencia el drama de estas Navidades en el país oceánico: el éxodo de miles de personas de sus hogares, las playas como refugio y las lanchas como vías de escape, la falta de alimentos de gasolina, de agua, las largas filas para acceder a productos básicos, el dejarlo todo atrás, el miedo a perderlo todo, la valentía.
Esta instantánea refleja todo eso en la figura de un niño de 11 años de edad, Finn, encargado de conducir una lancha motora con su familia dentro. Fue tomada por la madre del pequeño, Allison Marion, quien no tenía ni idea de que se convertiría en una de esas imágenes icónicas que ocupan portadas a nivel internacional. El retrato es la postal del desastre que se está viviendo en Australia, donde las llamas siguen calcinando todo lo que encuentran a su paso y acorralando a la población. Ya son cinco millones las hectáreas reducidas a cenizas, una extensión tan grande como los Países Bajos. Por poner en perspectiva, el doble de lo que destruyeron los incendios de Siberia, más de cuatro veces más de lo que perdió el Amazonas y 20 veces más que los daños causados por los últimos fuegos localizados en California. El número de fallecidos es de 13 personas, más de dos mil edificios se han perdido, 480 millones de animales han muerto y en Nueva Gales del Sur han perecido un 30 por ciento de los koalas.
Mallacoota es una ciudad ubicada justo en la frontera entre el estado de Victoria y Nueva Gales del Sur, donde el río Wallagaraugh converge con el Océano Pacífico. Fue precisamente en esas dos aguas donde Marion y su familia se vieron obligados a huir en lancha. Con máscaras y una visibilidad reducida por el denso humo en un ambiente rojizo con visos apocalípticos. Dentro de la embarcación también viajaba el otro hijo de Allison y el perro familiar, y se dirigían a Goodwin Sands, en la otra orilla del río. Era su única salvación a lo que definieron como una devastación total.
Esta familia y otros residentes fueron algunos de los que pudieron escapar, otras miles de personas se quedaron a la espera de que alguna embarcación de emergencia les recogiera. El mar era la única opción viable debido a que los únicos accesos estaban cortados.
“Mis dos hijos son pequeñas leyendas, estuvieron muy calmados”, afirmó a ABC. “Finn condujo el barco y su hermano cuidó del perro. Estoy muy orgullosa de los dos. Tuvimos la suerte de poder huir con otras familias de Mallacoota, les seguimos y hubo otras familias que estaban dando cobijo”.
Alrededor de 800 personas necesitaron la ayuda de embarcaciones de la Armada Australiana para evacuar. Cuando Marion regresó a su casa, comprobó que afortunadamente se había salvado del fuego, sin embargo, el nuevo año está dejando un panorama devastador marcado por el agotamiento, la frustración y la incertidumbre de buena parte de la ciudadanía. Hay incendios activos desde septiembre, una época demasiado temprana que preocupa a la comunidad científica, ya que la temporada de fuegos suele comprender desde enero hasta marzo, y con 2020 aún hay miles de personas esperando en centros de evacuación a ser trasladados a sus hogares o a otros centros. Son pocas las opciones de evacuar cuando los accesos están cortados.
Este hecho también impacta en el suministro de comida, gasolina o, incluso, al acceso a casas vacacionales que fueron alquiladas pero que eran inaccesibles por motivos de seguridad. Durante la entrada del nuevo año, muchas familias tuvieron que pasar la noche en sus autos. Durante el día las imágenes de personas haciendo acopio de alimentos y combustible dejó imágenes que muchos describen como apocalípticas.
Fuente:Yahoo Noticias