Paul Manafort, el exjefe de campaña del presidente Donald Trump, ha sido hallado culpable de 8 de los 18 cargos de los que se le acusa en relación a fraude bancario y de impuestos, mientras que el jurado no alcanzó un acuerdo en otras 10 acusaciones en su contra.
Los miembros del jurado hicieron ese anuncio en una nota el martes por la tarde ante el jurado federal que supervisa el juicio.
Fiscalía deja en manos del jurado a Manafort
El jurado se encuentra en su cuarto día de deliberaciones y ya había señalado anteriormente que estaba atascado en al menos un cargo.
Al igual que el lunes, el jurado, compuesto por seis hombres y seis mujeres, se reunió el viernes durante unas siete horas en la corte federal del Distrito Virginia Este en Alexandria para decidir sobre el futuro de Manafort.
El exasesor de Trump fue acusado de 18 delitos de fraude que podrían hacerle pasar en prisión el resto de su vida.
Los cargos son resultado de la investigación de la trama rusa, que agrupa las pesquisas de la supuesta coordinación entre el Kremlin y la campaña de Trump, pero las acciones que se juzgan son ajenas a las actividades de Manafort con el magnate.
Manafort, según los fiscales, ganó $60 millones como asesor de políticos ucranianos respaldados por Rusia, ocultó buena parte de esa suma a los recaudadores de impuestos y mintió a los bancos para obtener préstamos cuando se acabó el dinero.
El argumento de la defensa fue que él no era culpable porque dejó el manejo de sus asuntos financieros en manos de otros.
El juicio por fraude financiero obliga a los 12 miembros del jurado a indagar en las complejidades de cuentas extranjeras y compañías fachada, reglamentación de préstamos y normas impositivas.
Sacó a la luz detalles como una chaqueta de piel de avestruz que costó $15,000 y el gasto de $900,000 en una boutique de Nueva York, pagado mediante transferencia bancaria internacional.
A diferencia de otros casos en los que los miembros del jurado son recluídos, es decir, confinados en un hotel para evitar contacto con potenciales influencias del exterior, los del juicio a Manafort podrán pasar el fin de semana en sus casas a la espera de reanudar las deliberaciones el próximo lunes.
Es habitual que los integrantes de los jurados en EEUU se recluyan sin acceso a medios de comunicación ni contacto con las personas más cercanas, si el juez así lo considera oportuno.
Sin embargo, estos mecanismos no se han activado en la causa contra Manafort, pese a que sí se han mantenido sus nombres y otros datos ocultos, e incluso un miembro del jurado llegó a pedir el viernes que acabara pronto la jornada de deliberaciones para poder ir a un evento.
El juez del caso de Manafort, Thomas Ellis, no ha estimado conveniente el aislamiento del jurado, pero otros magistrados sí que lo han visto oportuno en otras causas mediáticas.
Así, en junio de 2017, el jurado que debía decidir sobre los abusos sexuales de Bill Cosby estuvo "secuestrado" durante más de diez días después de que el magistrado opinara que era necesario dada la expectación que había generado.
Más extremo fue el caso de 1995 por asesinato contra el exjugador de fútbol americano O.J. Simpson, donde se registró el récord de confinamiento de un jurado en la historia del país: 265 días entre las paredes de un hotel y alejados de sus vidas.
Cuando el magistrado no cree necesaria esa medida, puede recurrir a que el cuerpo policial US Marshals -presente durante el juicio garantizando la seguridad del jurado- acompañe a casa a sus componentes.
Durante el periodo de deliberaciones, los integrantes del jurado son trasladados a una sala aislada, donde solo pueden entablar conversaciones sobre el caso cuando todos están presentes y hablan con el juez a través de notas que porta un encargado.
La seguridad de estas comisiones es sin duda uno de los elementos clave en este tipo de juicios y bien lo sabe el magistrado Thomas Ellis, quien rechazó una solicitud de la prensa de hacer públicos los nombres de los miembros y argumentó que quería protegerles, y que él mismo había sido amenazado.
Precisamente es el juez el encargado de gestionar otro de los elementos clásicos en este tipo de juicios: el esmero por las apariencias.
La meticulosidad con la que la fiscalía y la defensa del acusado entonan sus argumentos, rebaten al contrario e interrogan a los testigos cuando el jurado está presente pone de manifiesto la importancia que tiene la imagen en estos casos.
En el discurrir de las audiencias no es raro escuchar al magistrado llamando la atención a los abogados por sus "expresiones faciales", como ha sucedido en el propio caso de Manafort, que se encuentra en su recta final en el periodo de las deliberaciones.
Conocedores de esta situación, la fiscalía especial de la trama rusa ha pedido durante el juicio en repetidas ocasiones al juez que realice ante el jurado aclaraciones, matizaciones y rectificaciones para evitar que estos puedan malinterpretar algún contenido, una común en estas causas.
El propio Ellis ha sido ampliamente criticado por sus abruptas interrupciones y críticas a la fiscalía por la incidencia que pudieran tener estas estridencias en la opinión del jurado, razón por la que ha sido tachado en algunos medios como partidista.
Fuente:EFE