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Romain Vilsaint, padre del niño inmigrante de 12 años que murió la semana pasada tras ser aparentemente golpeado en su escuela en Brooklyn (NYC), no tiene dudas de qué fue lo que sucedió.
El niño Romy Vilsaint parece haber sido víctima de un desafío o apuesta de una golpiza a cambio de $1 dólar de “recompensa”. “Golpearon a mi hijo en la escuela. Lo mataron”, dijo sollozando su padre el fin de semana al New York Post, hablando inglés y creole, idioma usado en su país natal, Haití. “Oh, Dios. Perdí a mi hijo, perdí a mi hijo”, repetía con la ayuda de un vecino haciendo las veces de traductor.
Romy apenas estaba consciente en la casa de la familia en Flatbush el viernes y fue llevado al Hospital del Condado Kings, donde murió. NYPD está investigando el caso, pero una fuente policial informó que no había indicios iniciales de criminalidad. El médico forense dijo el sábado que la causa y la forma de la muerte de Romy estaban “pendientes de más estudios, pero no hay golpe” evidente.
Para su padre, esta muerte es una capa extra de tragedia, pues su hijo mayor falleció en un accidente de motocicleta en Haití en 2018. Romy era el único varón que le quedaba, tanto en EE.UU. como en su país natal.
Vilsaint dijo que la madre de Romy, quien vive en la isla, le pidió que enviara el cuerpo del niño para ser sepultado en Haití. El menor se mudó a EE.UU. en 2017 y cursaba 5to grado en el plantel PS 361, The Nostrand School. Su primo Roodwiny Exantus dijo que deseaba que la escuela hubiese llevado a Romy al hospital después de ir a la enfermería.
El Departamento de Educación (DOE) dijo que estaba remitiendo la situación a un “organismo independiente” para su investigación. “Ésta es una tragedia horrible y nuestros pensamientos están con la familia durante este momento increíblemente difícil. La seguridad de nuestros jóvenes es nuestra prioridad absoluta y este incidente será investigado a fondo, y estamos brindando apoyo tanto a la familia como a la comunidad escolar”, dijo el portavoz Nathaniel Styer.
Osnel Gerson, de 51 años, una asistente de enfermería que vive en la planta baja de la familia, dijo que Romy era callado y educado. “Me siento tan mal. Lo golpearon en la escuela. Eso está mal”, afirmó. “Pienso en lo que les pudo haber hecho. No puedo pensar en nada. Nunca había visto a este chico pelear con nadie”.