Los padres y las madres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, una tragedia que el martes 26 de septiembre cumple tres años, no pueden acabar con el duelo de sus hijos por la falta de respuestas y la esperanza de que los jóvenes sigan con vida.
"Se han quedado en la etapa que llamamos la aflicción, que es la primera etapa del duelo. Son estas reacciones subjetivas particulares para responder a la pérdida", explicó a Efe la presidenta del Instituto Mexicano de Tanatología, Teresita Tinajero.
Para la especialista, la desaparición de un ser querido dificulta enormemente el proceso de duelo, que es el tiempo en que se tarda en aceptar una pérdida y ajustarte a la nueva realidad y dura, aproximadamente, unos dos años.
Pero sin conocer el paradero de sus hijos, los padres de los 43 estudiantes desaparecidos el 26 de septiembre del 2014 en el municipio de Iguala, en el sureño estado de Guerrero, tienen un duelo "muy complicado".
"Se les alarga y alarga, y no tienen forma de manejar (la pérdida) sanamente", lamentó la especialista.
Normalmente, en una muerte por enfermedad los allegados pueden despedirse del paciente, "prepararte mentalmente" para la muerte, incluso si el fallecido es un joven.
Aunque especialmente con el fallecimiento de hijo, siempre queda la impotencia de preguntarse por qué ha muerto antes que el progenitor.
El proceso de duelo se recrudece ante una desaparición, una tragedia que en México registra alrededor de 30,000 casos.
"Si hay una muerte inesperada, o la separación es inesperada, la reacción a esto es muy fuerte, y el duelo es algo que no se puede manejar, porque no ha habido una despedida", indicó Tinajero.
El lema de los padres es "Vivos se los llevaron, vivos los queremos", y la realidad es que continúan con la esperanza de encontrarlos con vida, así como sucede con desaparecidos de catástrofes naturales o en el caso de náufragos.
"Hay esperanza de que van a regresar. Y los padres se preguntan si está vivo todavía, o cómo murió", indicó la especialista.
Según la versión oficial, la noche del 26 de septiembre los estudiantes fueron detenidos por policías corruptos y entregados a miembros del crimen organizado, quienes los mataron, incineraron en un basurero y arrojaron sus cenizas a un río.
No obstante, organismos y expertos internacionales han denunciado que el caso está plagado de irregularidades, han pedido nuevas líneas de investigación y consideran que los exámenes científicos prueban que es físicamente imposible que se quemaran 43 cuerpos en el basurero la noche de la tragedia.
En este contexto de incertidumbre, las familias deberían tener una buena asistencia psicológica, pidió Tinajero, quien consideró que la tragedia, que conmocionó México, llevó a la "destrucción del proyecto de vida" no solo de los jóvenes, sino de todos sus allegados.
"Para que puedas elaborar un duelo necesitas tener la certeza de la muerte. Ellos no tienen esta certeza, y no tienen el cadáver", y sin este convencimiento, se abrazan a la esperanza de que continúen vivos, apuntó Tinajero.
Así, los padres de familia pueden entrar en una "depresión muy grande", advirtió la experta en tanatología, una disciplina científica que se encarga de encontrar el sentido al proceso de la muerte, sus ritos y significados, abordando el concepto desde la biología, la psicología, la sociedad o la bioética.
Sin rastro de los cuerpos pese a las intensas búsquedas tanto por parte de familiares como desde el Gobierno, Tinajero alertó que los padres pueden estar mucho más tiempo en esta "búsqueda incansable" que se asocia a una "negación de la realidad".
Sin procesar este repentino adiós, lo más probable es que en sus casas los padres sigan guardando la ropa de su hijo, y mantengan las cosas tal y como las dejaron.
"Se queda el espacio como si fuera una fotografía. La ropa, los libros y hasta algunas veces les ponen el lugar para que coma, y esto hace que no haya confrontación con la verdad", lamentó.
Fuente:EFE