Bajo un sol implacable en el Palacio Imperial de Japón, el presidente Donald Trump se convirtió el lunes en el primer líder mundial en reunirse con el nuevo emperador de Japón.
El presidente, que se encuentra en una visita de cuatro días, fue el centro de atención en una gran ceremonia de bienvenida al aire libre donde realizó una caminata individual y revisó a las tropas japonesas como invitado de honor.
La "llamada de estado" de Trump se abrió con un saludo y un apretón de manos con Naruhito, quien ascendió al trono el 1 de mayo, y su esposa, la emperatriz Masako.
Cuando se acercó al emperador, Trump dijo: "¿Cómo estás? Muchas gracias". La primera dama le dijo a la emperatriz: "Encantada de conocerte".
Durante el encuentro privado, el mandatario estadounidense regaló al emperador una viola de fabricación estadounidense en un estuche personalizado y una foto firmada del compositor estadounidense Aaron Copland. El instrumento de 1938 fue hecho a mano en Charleston, West Virginia.
Siguiendo la tradición dela realeza japonesa, Trump también le presentó al emperador una foto firmada y enmarcada suya.
Por su parte, Melania Trump le presentó a la emperatriz una colección personalizada de la Casa Blanca con una pluma hecha de madera de árbol de Harvard, donde la emperatriz estudió Economía.
El emperador Naruhito le entregó al Presidente un tazón japonés tradicional de cerámica y porcelana, así como una foto suya firmada y enmarcada.
Después de intercambiar bromas dentro del palacio, las parejas emergieron y caminaron hacia una plataforma elevada mientras se tocaban los himnos nacionales de ambos países.
Trump mostró poca emoción, pero saludó cerca de niños en edad escolar agitando febrilmente banderas estadounidenses y japonesas. Algunos de los niños sufrieron por el calor y luego se los vio sentados con tazas de agua y compresas frías en la frente.
En la Casa Blanca la semana pasada, Trump notó el significado de su reunión con el emperador. Naruhito subió al trono después de que su padre adjudicó, la primera en la familia real de Japón en aproximadamente dos siglos.
Pero no fue el emperador quien eligió a Trump como su primer invitado estatal. Fue Abe, quien algunos consideran que la invitación a reunirse con Naruhito para ganarse el favor de Trump ante amenaza de imponer aranceles potencialmente devastadores en la industria automotriz de Japón, entre otras tensiones en la relación.
La reunión con el emperador es uno de los despliegues de cortesías del primer ministro japonés para agasajar a Trump. Primero fue la pista de golf, donde Trump y Abe jugaron 16 hoyos con el golfista profesional japonés Isao Aoki.
Los dos mandatarios también desayunaron y comieron juntos, según autoridades japonesas. A mediodía comieron hamburguesas con queso dobles preparadas con ternera estadounidense.
Más tarde ese día, acudieron a un torneo de sumo en el estadio Ryogoku Kokugikan para asistir a los combates entre enormes hombres musculosos.
Al final, Trump bajó a la zona de combate y entregó una copa coronada por un águila, y apodada “Copa del presidente” al ganador, Asanoyama, convirtiéndose en el primer presidente de Estados Unidos que participa en el ritual. Trump llevaba zapatillas oscuras, ya que no estaba permitido pisar el ring con zapatos.
“Fue llamativo ver a estos grandes atletas”, comentó Trump antes de su cena en el restaurante Hibachi.
Fuente:AP/Telemunedo
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