Santo Domingo.- No adverso a ninguna persona por su origen, color de piel o religión, pero cada país tiene sus reglas y deben ser respetadas por los nativos y por los foráneos para el mantenimiento de la paz que se encuentra dando saltos innecesarios por las acciones de algunos malandrines.
Lo anterior viene a colación debido a los asaltos y muertes que dejan anonadados a quienes circulan por la tierra de Duarte, Sánchez y Mella, debido a hechos innecesarios contra personas que por su edad son un blanco fácil, entre otras.
Se precisa mano dura contra todos aquellos que quieren alterar la paz haciendo daños innecesarios contra personas indefensas.
Esto último es más que indignante. Estos malandrines, porque no creo que se le pueda llamar de otra forma, son alérgicos al mandato de Génesis 3:19 que dice: “Te ganarás el pan con el sudor de tu”.
Se trata de “personas” que quieren lo fácil. Lo fácil no es bueno ni se valora y puede llevar al calabozo o a la tumba conforme a lo que se trate.
Quienes cometen robos y asaltos usualmente son sujetos que quieren alcanzar la gloria sin merecerla. No se fajan para ganar lo que desean con el sudor de su frente, sino dañando a otros con la falsa creencia de que no se enterará nadie.
Por suerte, no es el caso de la mayoría de los dominicanos y dominicanas que cada día se ganan lo que reciben con el sudor de su frente, como es lo justo.
Este país tiene hombres y mujeres que trabajan con amor, por lo que reciben un salario en sus respectivas empresas. Otros laboran por cuenta propia. ¡Excelente! Los quejosos que no quieren dar un golpe, sino conseguir lo fácil, son los que tienen la paz dando saltos innecesarios.
Cada padre y cada madre deben estar al tanto del tipo de hijo que están criando. Revalorizar la importancia de la buena costumbre, con quién se junta su muchacho y cómo se gana el dinero que lleva a su casa.
Es frecuente que algunos padres estén ajenos a asuntos bochornosos de sus hijos. Esto se puede enmendar y evitar que la paz esté dando saltos innecesarios como ocurre cuando se daña a seres humanos indefensos.
La autora es periodista: Cándida Figuerea
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