Santo Domingo.- El geólogo, académico, ambientalista y político, Osiris de León llamó a erradicar la creencia equivocada y profundamente extendida de que la explotación minera obligatoriamente está relacionada con la contaminación de las aguas.
Dijo que eso es un mito que se ha generalizado a partir de algunas experiencias particulares que fueron productos del descuido y la no aplicación de las normativas ambientales, lo cual no debería tomarse como patrón absoluto para referirse a todas las actividades que están vinculadas con la minería.
“El único caso debidamente documentado de contaminación de aguas superficiales por operaciones mineras a cielo abierto en República Dominicana fue el caso del arroyo Margajita que salía de la antigua mina sulfurosa de la Rosario Dominicana, en Pueblo Viejo, donde el agua de lluvia producía oxidación natural de la pirita (FeS2) y de la esfalerita (ZnS) por estar expuestas superficialmente, facilitando así la liberación de azufre y óxido férrico que al entrar en las aguas del arroyo producían acidificación y coloración rojiza”.
Puntualizó que existe la percepción errónea de que la explotación minera es totalmente incompatible con el medio ambiente y que la extensión de esta falsa creencia condiciona el comportamiento, el pensamiento y las actitudes de políticos, personalidades, medios de prensa, comunidades y ciudadanos en general frente a lo que podría ser un uso racional de nuestros recursos mineros.
“Debemos ayudar a muchos ambientalistas y ciudadanos a entender que no todos los minerales son químicamente iguales, ni todas las operaciones mineras son iguales, ni todas las operaciones mineras contaminan las aguas vecinas, por lo que al opinar debemos evitar generalizar en relación a los minerales presentes, a los procesos minero-metalúrgicos utilizados, y en relación a la calidad de las aguas que salen de operaciones mineras, o que tocan tangencialmente operaciones mineras”, expresó Osiris de León.
El reconocido experto ambiental precisó que la razón de que esa idea esté tan enraizada y extendida se debe en parte a que algunas veces las empresas del área no han sabido o se han preocupado poco por establecer relaciones adecuadas y cercanas con las comunidades adyacentes para mantenerla informadas sobre la inocuidad de la explotación de nuestros minas cuando se realiza atendiendo a criterio de respetabilidad y protección ambientales.
En este sentido, el referido experto adujo que la falta de esta política informativa y de edificación ciudadana acerca de la explotación minera ha provocado que se haya asentado la idea de que dicha actividad es de por si negativa y perjudicial al medio ambiente, cuando no necesariamente esto es así, sobre todo, en los casos en que se han tomado las medidas de lugar conforme a nuestra legislación vigente.
En otro aspecto, Osiris de León dijo que el congreso sobre “Agua y Minería” representa una excelente oportunidad para que los responsables de las operaciones mineras, los funcionarios y los ambientalistas discutan sin prejuicios el tema de las aguas circundantes a las operaciones mineras, ya que el resuelto caso de la contaminación del arroyo Margajita no aplica al caudaloso río Yuna, el cual, aunque pasa tangencialmente por la zona de operaciones mineras de Bonao, no sufre ningún tipo de contaminación por acidez ni por exceso de óxido férrico porque en las operaciones mineras de Bonao no hay minerales sulfurosos susceptibles de oxidación por humedad o por lluvias.
Por La Redacción
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