En imagen de archivo del 22 de enero de 2020, el presidente estadounidense Donald Trump atiende una conferencia de prensa en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. (AP)
Para cuando el presidente Donald Trump habló públicamente por primera vez sobre el coronavirus, quizá ya era demasiado tarde.
En una entrevista el 22 de enero en el Foro Económico Mundial de Davos, una reunión de la elite mundial en los Alpes suizos, el presidente minimizó la amenaza del virus respiratorio de China, que recién había llegado a territorio estadounidense en un paciente solitario en el estado de Washington.
“Lo tenemos totalmente bajo control”, dijo Trump a la cadena CNBC. “Se trata de una persona que viene de China, y lo tenemos bajo control. Vamos a estar bien”.
Once semanas después, el coronavirus ha llegado a todos los rincones del mundo. Ha contagiado a más de 500.000 estadounidenses y causado la muerte de al menos 20.000. Ha obligado a reformular las normas de la sociedad, a que la población se aísle en sus hogares y a que las escuelas cierren; ha devastado la economía y ha dejado a millones de personas sin empleo.
Cuando Trump habló en Suiza, ya había señales de alarma desde hacía semanas que valía la pena tomar en consideración. En el siguiente mes, antes que el presidente abordara la crisis por primera ocasión desde la Casa Blanca, no se tomaron las medidas cruciales para preparar a la nación ante la pandemia que se acercaba.
No se almacenó equipo médico vital. En general, los viajes continuaron sin limitaciones. Datos cruciales de salud pública de China no habían sido proporcionados o no eran considerados confiables. Una Casa Blanca dividida por rivalidades y rotación de personal actuó con lentitud. Las advertencias urgentes fueron ignoradas por un presidente consumido por su juicio político y concentrado en proteger una economía robusta que consideraba fundamental para sus posibilidades de reelección.
Veinte funcionarios del gobierno, incluyendo algunos que ya no están en él, y republicanos cercanos a la Casa Blanca fueron entrevistados para que dieran esta versión de las semanas cruciales que se perdieron antes que el presidente ofreciera su mensaje a la nación el 26 de febrero. La mayoría pidió mantener el anonimato porque no contaba con autorización para hablar públicamente sobre conversaciones privadas.
“Neumonía misteriosa”
La víspera de Año Nuevo, China informó a la Organización Mundial de la Salud sobre un “brote de neumonía misteriosa” que se propagaba por Wuhan, una ciudad industrial de 11 millones de habitantes.
El gobierno cerró un mercado de mariscos en el centro del brote, trasladó a todos los pacientes con el virus a un hospital designado específicamente para atender la enfermedad y tomó muestras para enviar a los laboratorios gubernamentales. A los médicos se les ordenó no hablar al respecto; uno de ellos, que lanzó una alerta por internet, fue sancionado. Posteriormente falleció a causa del coronavirus.
El Pentágono se enteró de lo que pasaba por primera vez en diciembre a través de reportes de acceso público provenientes de China. En los primeros días de enero, las advertencias sobre el virus habían llegado a informes de inteligencia que circulaban en el gobierno. El 3 de enero, el director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), Robert Redfield, recibió una llamada de su homónimo chino con una advertencia oficial.
El doctor Anthony Fauci, el principal experto del gobierno en enfermedades infecciosas, fue alertado sobre el coronavirus por las mismas fechas, y dos semanas después ya temía que pudiera generar una catástrofe mundial.
El 11 de enero, China compartió la secuencia genética del virus. Ese mismo día, los Institutos Nacionales de Salud empezaron a trabajar en busca de una vacuna.
A la larga, Estados Unidos obtuvo la autorización de Beijing para enviar a dos personas en el equipo de la OMS que viajó a China a fines de ese mes. Pero para entonces se habían perdido semanas preciosas, el virus se había propagado por Asia y comenzaba a escapar del continente.
Acto de equilibrio
Durante gran parte de enero, funcionarios de Washington realizaron un delicado acto de equilibrio.
Internamente, sonaban las alarmas acerca de la necesidad de enviar expertos estadounidenses a China. Públicamente daban palabras de aliento y elogios con la esperanza de que Beijing proporcionaría acceso a los expertos.
Matthew Pottinger, el viceasesor de seguridad nacional de Trump, exhortó persistentemente a actuar con mayor firmeza al confrontar a China para que permitiera el ingreso de expertos estadounidenses, y a enviarlos a ese país.
Pero aunque el tema del virus fue incluido en varios de los reportes de inteligencia que recibió el presidente, Trump no fue informado del todo sobre la amenaza hasta cuando el secretario de Salud y Servicios Humanos, Alex Azar, le llamó el 18 de enero para actualizarlo sobre la situación mientras el presidente se encontraba en su club privado Mar-a-Lago en Florida.
Trump pasó gran parte de la conversación queriendo abordar el tema del vapeo; estaba sopesando una nueva política para restringir su uso. Funcionarios de la Casa Blanca creen ahora que el mandatario no captó del todo la magnitud de la amenaza a Estados Unidos en parte debido a que Azar, que tenía fricciones con varios integrantes del círculo cercano a Trump, no hizo un buen trabajo al actualizarlo.
“Para abril, ustedes lo saben, en teoría, cuando el clima se torne un poco más cálido, (el virus) se habrá ido milagrosamente”.
“Muy, muy listos”
El 10 de febrero, Trump se paró frente a miles de seguidores en un acto de campaña en Nueva Hampshire y declaró: “Para abril, ustedes lo saben, en teoría, cuando el clima se torne un poco más cálido, (el virus) se habrá ido milagrosamente”.
La multitud rugió su aprobación a esa frase de Trump, cuya veracidad no había sido demostrada. El Senado había exonerado al mandatario de los cargos del juicio político y el presidente cambió su enfoque hacia la reelección, pese a que otros en el gobierno estaban atentos al virus.
Para cuando Trump tomó el atril en la sala de prensa de la Casa Blanca para hablar sobre el coronavirus, Estados Unidos ya tenía 15 pacientes con COVID-19, la enfermedad que provoca.
“Nos hallamos en un nivel muy bajo, y queremos mantenerlo así”, dijo Trump. “Estamos muy, muy listos para esto”.
Fuente:AP
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