«Cuando estuve con el brasileño, yo tenía 14 años. Iba al colegio en la Escuela cristiana. Me quedé embarazada y mi padre me echó de casa. Ahora trabajo para que alguien me dé 25 gourdes con los que mi hijo y yo podamos comer». Este es el testimonio de una joven de Puerto Príncipe, madre soltera de un niño de cuatro años, que figura entre las más de 2.000 personas entrevistadas para un estudio sobre la explotación sexual y los abusos cometidos por los «cascos azules» de la ONU en Haití, publicado por « International Peacekeeping ».
El informe resulta demoledor. Aunque no llega a precisar la cifra de hijos de miembros de las fuerzas de paz de Naciones Unidas, deja claro que fue una práctica extendida. De hecho, en el país caribeño se han acuñado términos como «bebés cascos azules» o «pequeños Minustah» para referirse a los niños fruto de estas relaciones con miembros de la misión de la ONU (2004-2017), diferenciados de los hijos de haitianos.
«Abusaron de muchas de nuestras familias», asegura otra de las personas entrevistadas. «Podía parecer que te querían –explica–, te dejaban unas pocas monedas en tus manos tras acostarse contigo y dejarte un bebé». «Enconces –continúa–, el niño está en tus brazos y tu familia no tiene nada».
Círculo vicioso de explotación sexual y miseria
El estudio señala la pobreza como factor clave en la explotación sexual y los abusos por los «cascos azules». De hecho, la repatriación del personal implicado a menudo agravaba las penurias de las mujeres y los niños, añade. En este sentido, explica que tener hijos de piel clara con «cascos azules» se percibía como algo deseable por algunas mujeres para mejorar su estatus económico y social, algo que luego no se cumplía. Sin embargo, impelidas a buscar una nueva relación cuando el padre del niño se marchaba, las madres caían en un círculo vicioso. «Él se va y la deja en la miseria, y entonces ahora tiene que rehacer el mismo proceso para dar de comer a su niño», explica otro de los testimonios.
«Hay multitud de casos, multitud de escenarios diferentes, en los que estos niños son concebidos y nacen», explica a la fundación Thomson Reuters la autora del estudio, Sabine Lee, profesora de la citada universidad británica. «Está bastante claro que se aprovecharon de estas chicas, que se veía claramente que eran menores», asegura.
Un portavoz de la Fuerza de Paz de la ONU asegura que esta organización se toma en serio el asunto y que está dando apoyo a 29 víctimas y 32 niños nacidos a consecuencia del abuso y la explotación sexual por parte del personal de la Minustah.
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