Asistir regularmente a la escuela es crucial para la vida de los niños y jóvenes, tanto en la consolidación intelectual, física y moral de su presente como en su proyección hacia el futuro. La educación, cabe decir, en un derecho fundamental y un pilar para la persona, su familia y su sociedad.
Pero para muchos hijos de migrantes mexicanos, trabajadores agrícolas que llegan con visas temporales a laborar en la agricultura estadounidense, sobre todo en California, el solo hecho de ir regularmente a la escuela es arduo y a veces simplemente imposible.
Y una de las razones de ese problema es, simplemente, el muy alto costo de la vivienda en California y lo intrincado del sistema de vivienda pública e inmigración del país.
Trabajadores campesinos migrantes cosechan fresas en una granja en California. (Getty Images)Más
La documentalista Aggie Ebrahimi Bazaz, profesora de la Universidad Estatal de Georgia, relató esa situación en un documental y un artículo en The Conversation. Cada temporada, como ha sucedido en diversas formas durante décadas, miles de familias migrantes, la mayoría de México, llegan a California para laborar en los campos de cultivo en el contexto de las visas de trabajadores temporales. Muchos traen consigo a sus familias y algunos, dado que su migración laboral es cíclica, tienen hijos nacidos en Estados Unidos y que tienen ciudadanía estadounidense.
Como cuenta Bazaz, muchos de esos migrantes legales (casi unas 2,000 familias) son alojados en complejos de vivienda de renta subsidiada, una opción que les resulta conveniente dados los muy elevados precios de los alquileres en California. Y de todos ellos, cerca de la mitad de las familias tienen hijos en edad de asistir a la escuela y lo hacen en planteles cercanos a los centros habitacionales en donde viven durante su periodo de estancia en Estados Unidos.
Pero cuando termina la temporada de actividades agrícolas, por lo general al fin del otoño y principios del invierno, esas familias deben dejar la vivienda subsidiada en la que vivieron por varios meses, dado que su estancia allí está justificada en su condición migratoria y laboral temporal.
Una regla federal al respecto indica que ellos deben apartarse al menos 50 millas de esas residencias. Entonces, por razones económicas (el alto costo de la vivienda) o de estatus migratorio, la mayoría de esas familias optan por regresar a México y los niños en edad escolar sufren la ruptura de sus estudios regulares, al tener que dejar la escuela en California y asistir a una en México, lo que a veces resulta arduo por las incertidumbres de su condición migratoria o porque, simplemente, las escuelas ya no los aceptan entrado el año escolar.
Y muchos no vuelven a asistir regularmente a la escuela sino hasta que, varios meses después, vuelven en un nuevo ciclo agrícola a California y se reincorporan a sus estudios formales. Para miles de niños y adolescentes, todo ese periplo es penoso. Y hay voces que critican que, en el caso de los menores de nacionalidad estadounidense, los vericuetos de las normas de inmigración y de vivienda pública los mantengan en la incertidumbre de no tener una casa y una escuela fijas en su propio país.
Todo ello tiene efectos nocivos en el nivel educativo de los estudiantes y ciertamente los somete a una tensión y una inquietud importantes. Los adolescentes, por ejemplo, dudan si en ese contexto podrán graduarse y aspirar a niveles superiores de educación y otros optan de plano por dejar sus estudios.
Bazaz comenta que, pese a esa problemática, hay algunas opciones para esos chicos. Por ejemplo, el programa en línea Cyber HIgh de California, permite a los alumnos que deben interrumpir su asistencia a la escuela continuar sus estudios vía internet de una manera estructurada y con apoyo de profesores, pero eso, se comenta, tiene sus limitaciones e incluso problemas técnicos que vuelven arduo su uso.
Fuente:Yahoo.Noticias
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