Para el representante demócrata Luis Gutiérrez, un apasionado liberal de ascendencia puertorriqueña, no hay otro asunto más importante en el debate presupuestario de fin de año, que proteger de la deportación a los cientos de miles de jóvenes inmigrantes que fueron traídos ilegalmente durante su infancia, y cuyo único hogar ha sido Estados Unidos.
El futuro de estos inmigrantes, conocidos comúnmente como “dreamers”, es uno de los temas más espinosos por resolver mientras la Casa Blanca y el Congreso tratan de evitar una parálisis en las operaciones del gobierno, algo que nadie quiere.
Los demócratas de la cámara baja y su líder, Nancy Pelosi, insisten en que se resuelva el asunto de los dreamers como parte del paquete integral que conjunta los pendientes legislativos, incluyendo gasto militar, ayuda para desastres y atención médica de bajo costo para los menores de edad.
“¿Quieres un presupuesto bipartidista y quieres mi voto? Entonces propón un presupuesto estadounidense, que eventualmente incluya la posibilidad de que nuestros dreamers puedan ser libres”, dijo Gutiérrez. “Es lo correcto”.
Al líder de la bancada demócrata en el Senado Chuck Schumer también le importan los dreamers, pero él no va a poner todo en riesgo por la inmigración.
Sus prioridades políticas se centran en los 10 candidatos demócratas al Senado que buscan la reelección el próximo año en estados donde el presidente Donald Trump ganó en el 2016. Muchos de ellos no quieren tener nada que ver con una parálisis del gobierno debido al tema migratorio.
“Entiendo de dónde viene tanto fervor. No estoy en favor de votar por cerrar el gobierno”, dijo el senador demócrata Joe Manchin, de West Virginia, donde Trump ganó con casi el 70% del voto. “Hay muchas cosas que me entusiasman. Pero no voy a hacer sufrir a 300 millones de personas porque no puedo hacer que el proceso funcione como debería”.
Los demócratas de ambas cámaras están divididos mientras los líderes tratan de concretar un acuerdo sobre gastos para el 22 de diciembre y así evitar un cierre.
El debate gira en torno a la decisión de Trump de rescindir el decreto del presidente Barack Obama para la creación del Programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA por sus iniciales en inglés), que les otorgó un estatus de protección a cerca de 800,000 jóvenes inmigrantes que están ilegalmente en el país. Al momento de anunciar su decisión, Trump le dio al Congreso un plazo que vence en marzo para idear una solución legislativa.
En septiembre, el mandatario les dijo a Pelosi y Schumer que apoyaría la Ley DREAM — Desarrollo, Asistencia y Educación para Menores Extranjeros — que ofrece a inmigrantes menores de edad un mecanismo de naturalización, como parte de un acuerdo migratorio más extenso.
Pero no hubo más progreso. Eso provocó que progresistas como Gutiérrez presionaran a los líderes del partido para utilizar su influencia -sus votos son necesarios para la aprobación de legislaciones como el presupuesto o el incremento del techo de endeudamiento del gobierno- a fin de garantizar que Trump cumpla con su promesa.
Los republicanos quieren separar el tema migratorio de la agenda de fin de año, en parte para evitar la percepción de ser sometidos por demócratas como Pelosi, y en parte para intentar obtener un mejor acuerdo.
“Sin duda estamos dispuestos a ingresar a esas negociaciones de buena fe, pero no pertenecen al debate de fin de año de asignación de gastos”, dijo el senador John Cornyn, el segundo republicano de mayor rango en el Senado. “Queremos resolver esto, pero no sucederá antes de que termine el año”.
Por su parte, Pelosi no se comprometerá a ayudar a los republicanos a mantener al gobierno en funciones a menos que se aborde el tema del DACA.
“No saldremos de aquí sin una solución al DACA”, dijo a la prensa la semana pasada.
Fuente:AP
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