Chaz Wing tenía 12 años cuando fue arrinconado en un baño de la escuela. Los estudiantes que lo atormentaban también eran niños que rozaban la edad del acné y los cambios de voz.
Finalmente, según declaró bajo juramento, lo violaron y lo dejaron sangrando, la culminación de un año de acosos. Aunque Chaz informó repetidamente a profesores y administradores sobre los insultos y ataques físicos que recibía, no reportó la agresión sexual hasta un año más tarde, iniciando una larga batalla legal sobre si el centro había hecho suficiente para protegerlo.
La historia de Chaz es más que un relato sobre la escalada del acoso escolar. En todo Estados Unidos, miles de estudiantes han sido víctimas de agresiones sexuales cometidas por compañeros en escuelas secundarias, preparatoria e incluso en centros de primaria, un horror oculto que desde hace años se pide a los educadores que no ignoren.
En base a registros educativos estatales y datos federales sobre delitos, una investigación de un año de The Associated Press descubrió unas 17,000 denuncias de abusos sexuales cometidos por estudiantes en un periodo de cuatro años, entre el otoño de 2011 y la primavera de 2015.
Esta cifra es el registro más completo hasta la fecha de agresiones sexuales entre los 50 millones de estudiantes de primaria y secundaria del país, pero no refleja la magnitud real del problema: en su mayoría estas agresiones no son denunciadas, algunos estados no las rastrean y los que lo hacen difieren ampliamente en cómo clasifican y catalogan la violencia sexual.
Y con la reputación y la financiación de los centros educativos en juego, hay una enorme presión para ocultar este tipo de violencia. Incluso bajo las distintas leyes estatales, reconocer un incidente de este tipo puede provocar responsabilidades y el requerimiento de tomar medidas.
"Ningún director quiere que su escuela sea la escuela de la violación", señaló el Dr. Bill Howe, un exprofesor que pasó 17 años supervisando el cumplimiento en Connecticut de la ley federal que ayuda a proteger a los estudiantes víctimas de abusos sexuales en los colegios. "El director valiente es el que hace lo correcto".
Las agresiones detectadas por la AP van desde violación y sodomía a sexo oral forzado o tocamientos. Los asaltos ocurrieron en cualquier lugar donde los estudiantes no tenían supervisión: autobuses y baños, pasillos y vestuarios. Ningún tipo de escuela es inmune, tanto si está en un adinerado suburbio, en un centro urbano o en una localidad agrícola. Y hay víctimas de todo tipo.
Los menores siguen siendo más vulnerables a abusos sexuales entre iguales en la privacidad del hogar, según el análisis de los datos de delitos federales realizado por AP. Pero la escuela es el segundo lugar donde se producen más violaciones entre niños.
Alrededor del 5% de los ataques reportados afectaron a niños de 5 y 6 años. Los incidentes despuntaron entre los 10 y 11 años - normalmente al inicio de la formación media - y siguieron aumentado hasta los 14 años, cuando comenzaron a caer por el paso a la secundaria.
Los tocamientos no deseados son la forma más común de agresión, y casi uno de cada cinco menores agredidos fue penetrado de algún modo.
Los datos mostraron también que los abusos entre compañeros fueron más habituales que los cometidos por profesores, que reciben mucha más atención pública. Por cada contacto entre maestro y alumno que se reporta, hay siete entre niños.
"Las escuelas deben mantener a los estudiantes a salvo", dijo Charol Shakeshaft, profesora de la Virginia Commonwealth University especializada en conducta sexual en centros educativos. "Esta es parte de su misión, es parte de su responsabilidad legal y no está sucediendo. ¿Por qué no sabemos más sobre ello y por qué no se está frenando?"
Treinta y dos estados y el Distrito de Columbia llevan la cuenta de las agresiones sexuales cometidas por estudiantes, según halló la AP, aunque solo unos pocos casos derivaron en castigos para los alumnos. Algunos de los distritos escolares más grandes del país dijeron no haber registrado ningún acto de este tipo en años, aunque la investigación encontró casos en registros judiciales o en informaciones publicadas en medios locales.
Los estados varían mucho en si se necesita formación específica para frenar o abordar las agresiones entre alumnos; solo 18 dijeron que la pedían.
Fuente:AP
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