La Casa Blanca envió el martes al Congreso un proyecto de presupuesto por 4.100 billones de dólares que depende de un rápido crecimiento económico y profundos recortes a programas para los pobres en un intento por balancear los libros del gobierno durante la próxima década.
La propuesta de presupuesto para 2018 fue atacada inmediatamente por los demócratas y aún por algunos republicanos que la declararon inviable.
La medida presupuestaria está llena de recortes a agencias domésticas, estampillas de alimentos, Medicaid, fondos para carreteras e investigación médica.
“Enfrentará un duro trineo aquí”, dijo el veterano representante Harold Rogers, republicano por Kentucky. Preguntado sobre el impacto que tendrían en sus constituyentes las reducciones a programas como estampillas de alimentos, Rogers dijo “Estos recortes que se proponen son draconianos. No son meros recortes, son profundos, profundos recortes”.
El segundo republicano más influyente del Senado, John Cornyn, de Texas, dijo que el plan de Trump se une a una tradición de los presupuestos de la Casa Blanca que “básicamente mueren a la llegada”.
La propuesta proyecta que el déficit de este año aumentará a 603.000 millones de dólares, del actual nivel de 585.000 millones el año pasado. Pero el documento dice que si se adoptan las iniciativas de Trump, el déficit comenzará a declinar y alcanzará un pequeño superávit de 16.000 millones de dólares en 2027.
Sin embargo, la meta depende de las proyecciones de crecimiento que la mayoría de los economistas ven como muy optimistas y una variedad de artilugios contables, incluyendo un dividendo de paz de casi 600.000 millones de dólares que surgiría de la disminución de las operaciones militares.
El gobierno de EE.UU. no ha tenido un superávit desde 2001 y el déficit aumentó vertiginosamente durante el primer período del presidente Barack Obama tras la recesión.
Fuente:Externa
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