Las mismas cualidades que hacen de las bibliotecas un lugar ideal para el estudio y la lectura —acceso público sin restricciones, sitios tranquilos y recovecos, una mínima interacción con otras personas— las convierte en sitios atractivos para inyectarse heroína, algo que han empezado a notar los bibliotecarios.
En Norfolk, Virginia, un hombre de 47 años falleció en el baño de una biblioteca. En Batesville, Indiana, y New Brunswick, New Jersey, los policías han revivido a otros en baños de bibliotecas usando un popular antídoto de sobredosis.
El cadáver de un indigente que frecuentaba la Biblioteca Pública Oak Park en los suburbios de Chicago pudo haber permanecido ahí por días, completamente vestido y tirado en el sanitario de un baño del tranquilo tercer piso, antes que un trabajador de mantenimiento abriera el espacio del inodoro una mañana de lunes en abril y descubriera su ignominioso deceso. La jeringa vacía y un encendedor en sus bolsillos, y la lata de refresco rota en el bote de basura dieron indicios sobre la causa de su muerte, una sobredosis accidental de heroína.
"Tanto a nivel personal como profesional, todos nos sentimos muy impactados y por supuesto preocupados sobre el hecho de que esto puede suceder en nuestros espacios", declaró el director ejecutivo David Seleb, quien canceló el servicio de la compañía de seguridad responsable de despejar la biblioteca antes de cerrar.
El problema de uso excesivo de heroína y analgésicos en Estados Unidos ha generado sobredosis en sitios públicos de todo el país, entre ellos restaurantes, gasolineras, callejones e incluso en hospitales, pero los atributos inherentes de las bibliotecas públicas las exponen en especial. Son gratuitas y están a disposición de cualquier persona que quiera ingresar, y permanecer el tiempo que desee, sin necesidad de trámites ni interacción.
"La gente debe saber que esto es algo que sucede en todas partes y que las bibliotecas públicas no han hecho nada malo que cause que suceda en sus instalaciones", afirmó Josie Parker, director de la Biblioteca de Distrito Ann Arbor en Michigan.
Fuente:AP
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