Canton, Mississippi.- Los hijos de los feligreses de la iglesia católica del Sagrado Corazón salieron el domingo al abrasador calor de Mississippi para llevar lo que afirman es un mensaje de oposición a las redadas migratorias que sus padres no pudieron dar.
“No me quedaré sentado en silencio mientras se llevan a mis padres”, se leía en una pancarta que llevaban dos jóvenes hispanos.
Formaban parte de un grupo de varias docenas de manifestantes que marcharon desde la iglesia hasta la plaza principal de Canton en protesta por los 680 arrestos de inmigrantes efectuados el miércoles 7 de agosto en siete plantas procesadoras de pollo de Mississippi.
“Imagina llegar a casa y no encontrar a tus papás”, dijo Dulce Basurto Arce, una estudiante universitaria de 18 años, al describir cómo fueron arrestados los padres de sus amigos. “Estamos manifestándonos para que ningún otro hijo tenga que pasar por lo que pasamos nosotros. ¡Que se escuchen nuestras voces!”
Basurto Arce habló desde los escalones del mismo tribunal de Canton en donde Martin Luther King Jr. alguna vez arengó a manifestantes contra la segregación en la “Marcha contra el miedo” de 1966 en todo Mississippi.
Las iglesias fueron la columna vertebral del movimiento por los derechos civiles. Hoy en día, mientras el presidente Donald Trump y sus aliados republicanos continúan defendiendo las redadas, las iglesias han surgido como la fuente principal de apoyo material y espiritual para la mayoría de los trabajadores mexicanos y guatemaltecos afectados por los operativos.
Algunas iglesias están yendo más allá de brindar consuelo y ayuda material, con una respuesta que está convirtiéndose en oposición política. El viernes, obispos católicos, episcopales, metodistas y evangélicos luteranos de todo Mississippi denunciaron las redadas en un comunicado conjunto.
Los obispos dijeron que ayudarían a las familias de inmigrantes, señalando que “en este momento existe una necesidad urgente y crucial de evitar que la crisis empeore”.
“Estamos llamados... a hablar con la verdad. Y la verdad es que esto no está bien”, dijo el obispo Brian Seage de la diócesis episcopal de Mississippi durante una conferencia de prensa un día después de las redadas.
El domingo, funcionarios del gobierno federal defendieron sus acciones, en medio de emotivas súplicas de niños por la liberación de sus padres.
El director interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus iniciales en inglés), Mark Morgan, reconoció que un video en el que una niña de 11 años rompió en llanto fue “emotivo”, pero que la menor se reunió con su madre poco después.
“Entiendo la molestia de la niña. En verdad”, dijo Morgan a la cadena CNN. “Pero su papá cometió un delito”.
El secretario interino de Seguridad Nacional Kevin McAleenan admitió que el momento en que se llevaron a cabo los operativos fue “desafortunado”, realizándose horas antes de que Trump visitara El Paso, Texas, donde el autor de una masacre que dejó 22 muertos el 3 de agosto dijo a las autoridades que su objetivo era asesinar mexicanos.
Sin embargo, McAleenan declaró a la NBC que las redadas habían sido planeadas con más de un año de antelación.
Horas antes de que los funcionarios aparecieran en televisión, más de 250 personas llenaron el templo del Sagrado Corazón. Algunas eran de raza blanca que acudieron para mostrar su apoyo, pero la mayoría eran hispanos que suelen acudir a la misa semanal en español.
El diácono César Sánchez, originario del estado mexicano de Michoacán y que estudia para convertirse en sacerdote en la diócesis de Jackson, presidió la misa en español y se refirió a Jesús como un inmigrante y un refugiado.
Fuente:AP
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