El presunto responsable de al menos uno de los ataques a dos mezquitas de Nueva Zelanda que dejaron 49 muertos este viernes trató de dejar en claro algunas cosas en el manifiesto que dejó: es un australiano de 28 años, nacionalista blanco que odia a los inmigrantes; que estaba reaccionando a ataques en Europa perpetrados por musulmanes; que se quería vengar; que quería provocar miedo.
Pero también, claramente, quería llamar la atención.
Aunque dijo que no buscaba la fama, el agresor, que no fue identificado de inmediato por la policía, dejó un documento de 74 páginas publicado en las redes sociales bajo el nombre Brenton Tarrant, en el que dijo que esperaba sobrevivir el ataque para propagar mejor sus ideas en los medios.
Él también transmitió en vivo su ataque vía streaming, mostrando los detalles explícitos del horror vivido en la mezquita Al Noor, en Christchurch.
La masacre dejó al menos 41 muertos, mientras otro ataque en otra mezquita de la misma ciudad, ocurrido poco después, produjo varias víctimas más.
La policía no dijo si ambos ataques fueron perpetrados por la misma persona.
Si bien su manifiesto y video fueron estrategias obvias y desdeñosas en busca de infamia, dan algunas pistas a la gente que trata de entender por qué alguien mataría a decenas de personas inocentes que simplemente dedicaban la tarde a la oración.
No podría haber un lugar más desconcertante para una masacre que Nueva Zelanda, país tan plácido y aislado de las masacres que abundan en Estados Unidos que la policía rara vez porta armas.
Pero el agresor subrayó que su elección de Nueva Zelanda se debe precisamente a que es un país remoto.
Escribió que un ataque en Nueva Zelanda demostraría que ningún lugar del mundo está a salvo y que los países más remotos se ven afectados por migraciones masivas.
El agresor dijo que creció en una familia australiana de clase trabajadora, que tuvo una niñez típica y fue un estudiante mediocre. Una mujer que dijo haber sido colega suyo cuando era entrenador personal en la ciudad australiana de Grafton sostuvo que las acusaciones le provocaron un shock.
“No puedo... creer que alguien a quien traté a diario y con quien conversé e interactué podría ser capaz de un acto tan extremo”, dijo Tracey Gray a la Australian Broadcasting Corp.
Aparte de sus ideales nacionalistas, el atacante también se consideraba un ambientalista y fascista que cree que China es el país más alineado con sus valores políticos y sociales. Desprecia al 1% más rico y dijo que la comentarista estadounidense de derechas Candace Owens era la persona más influyente en su vida.
Fuente:AP/Telemundo
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