Houston.- A un año del azote del huracán Harvey en el golfo de Estados Unidos, una familia hispana aún lucha para recuperarse de la muerte de cuatro menores y sus dos abuelitos. El grupo quedó atrapado en un auto que fue arrastrado por la violenta corriente.
Los Saldívar siguen conmocionados y dicen que les ha costado seguir adelante. "Quisiera que nunca hubiera pasado y yo los extraño demasiado", dijo Blanca, abuela de los niños.
Además dice que su hija, madre de los niños fallecidos, ha visto un declive en su salud mientras trata de conservar algunas tradiciones que tenía con ellos. "Les cantamos sus cumpleaños y les llevamos pastel a los niños", dijo la madre.
Mientras esta familia prosigue la recuperación del duelo, cientos de residentes del estado siguen sin poder regresar a unas viviendas que fueron arrasadas por unas inundaciones que dejaron unas noventa víctimas mortales y decenas de miles de desplazados.
Muchos de ellos vivían en las zonas contiguas a dos represas del oeste de Houston que se vieron desbordadas por las lluvias torrenciales que dejó el huracán más costoso en la historia del país, junto con el Katrina (2005), con pérdidas valoradas en 125.000 millones de dólares.
Randy Álvarez, originario de Honduras y barbero de oficio, no olvida cómo el agua comenzó a superar las barreras de protección de las presas, lo que llevó a las autoridades a abrir las compuertas para liberar la presión de un agua que, de lo contrario, generaría un caos mayor.
Álvarez tuvo que abandonar su casa junto a sus familiares después de que la acumulación de agua superase los cuatro pies de altura (1,2 metros).
"El agua duró estancada, mínimo, como unas tres semanas, y el moho había penetrado hasta el techo. Era un riesgo para la salud seguir viviendo en esas condiciones. Fue muy duro, muy difícil", recuerda Álvarez en declaraciones a Efe.
Luego de haber vivido por varios meses en un hotel y alquilado un apartamento, Álvarez remodela poco a poco el único patrimonio que tiene gracias a la ayuda recibida de fondos federales y sus propios ahorros.
"Tiene que valer la pena este esfuerzo porque no tengo otra alternativa. Vender la casa como está significaría que me darían menos por ella y me quedaría endeudado", agrega.
En las casas contiguas a la de Álvarez, albañiles trabajan en la reconstrucción de una zona donde reinan las casas deshabitadas.
En las puertas rotas y en mal estado, así como en las ventanas sin vidrios, están pegados unos volantes donde se invita a los inquilinos y propietarios a buscar ayuda a través de Hope Disaster Recovery, de la organización caritativa Cy-Hope.
De acuerdo a su director, Steve Saunders, se trata de grupo de 50 grupos cívicos y religiosos cuyo único objetivo es ofrecer un alivio y ayuda a los que lo perdieron todo durante el paso de Harvey, que alcanzó la costa texana el 25 de agosto de 2017 como categoría 4 y vientos de hasta 130 millas por hora (210 km/h).
"Hemos organizado innumerables eventos para recaudar fondos que son destinados a comprar material de construcción, así como muebles y electrodomésticos básicos para sobrevivir", destaca Sanders.
FuenteEFE
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