Washington.- En tan solo dos semanas, la batalla en torno a las leyes inmigratorias dejó de ser un tema prioritario y fue relegada a un segundo plano en Washington. Pareciera que los legisladores no piensan hacer mucho sobre el asunto en un año electoral en el que la venta de armas y otros temas acaparan de repente toda la atención.
Ya casi no hay movimiento en las negociaciones en procura de un acuerdo bipartidista que ofrezca la posibilidad de hacerse ciudadanos a los jóvenes sin permiso de residencia que fueron traídos al país de niños, como parte de un acuerdo que reserve 25,000 millones de dólares para el tan mentado muro de Donald Trump en la frontera con México. Incluso propuestas con modestas victorias para ambos bandos, como la extensión por tres años de un programa que cobija a estos jóvenes, conocidos como “dreamers” (soñadores), a cambio de un pago inicial de 7,600 millones de dólares para el muro, parecen tener pocas esperanzas de ser aprobadas.
“Las perspectivas de que se aprueba una ley sobre la inmigración, grande o pequeña, son muy, muy pobres”, admitió Frank Sharry, director ejecutivo de America’s Voice, agrupación que defiende los derechos de los inmigrantes.
La desconfianza entre los dos partidos se ha intensificado y aumentan de ambos lados las sospechas de que el otro quiere usar la inmigración como arma política en las elecciones de mitad de término de noviembre, en las que estará en juego el control del Congreso. Hay además diferencias tácticas entre los demócratas y los defensores de la causa de los inmigrantes en torno a cómo abordar la lucha, y entre organizaciones conservadoras y algunos republicanos en relación con la conveniencia de apoyar un acuerdo limitado.
Deseosos de proteger a los candidatos republicanos, el líder de la Cámara de Representantes Paul Ryan y el del Senado Mitch McConnell solo quieren considerar proyectos que tengan el apoyo del presidente Trump. Los demócratas dicen que la imagen que pinta Trump de los inmigrantes, a los que describe como potenciales delincuentes que se quedan con los trabajos de los estadounidenses, y sus comentarios vulgares acerca de sus países de origen, demuestran que no está interesado realmente en un acuerdo. De todos modos, el mandatario sigue siendo vital en las negociaciones de cualquier pacto.
“Hay cierta gente y ciertos países que Donald Trump no considera parte del futuro de los Estados Unidos”, afirmó el número dos de la bancada demócrata en el Senado Richard Durbin. “Es poco probable que haya progresos mientras que el presidente y los republicanos no estimen que la deportación de los dreamers tiene una connotación política tan negativa que deben hacer algo”.
En lugar de hacer nuevas propuestas, Trump está acusando a los demócratas por el estancamiento.
“Yo soy el que hace fuerza en relación con DACA y los demócratas no aparecen por ningún lado”, dijo Trump en un tuit hace pocos días. DACA son las siglas en inglés del programa que ampara a los dreamers.
Defensores de los inmigrantes planean hacer manifestaciones en Washington y otras ciudades para tratar de poner el tema nuevamente en el candelero. Cuando Trump anunció el año pasado que dejaba sin efecto el DACA, dio al Congreso hasta el 5 de marzo para buscar una solución para los dreamers.
El programa, creado por decreto por el predecesor de Trump, Barack Obama, permite a los dreamers permanecer en el país y trabajar por dos años. El permiso es renovable.
Actualmente hay 680,000 jóvenes cobijados por el programa.
La Corte Suprema atenuó el impacto del plazo esta semana al fallar que el gobierno debe renovar los permisos mientras tribunales inferiores resuelven las demandas que buscan dejar sin efecto la anulación del programa. Esas demandas podrían prolongarse meses, aliviando la presión sobre el Congreso para que se pronuncie.
Los legisladores están enfocados en estos momentos en la matanza de 17 estudiantes y profesores de una escuela secundaria de Parkland, Florida, en una muestra de lo rápido que cambian las prioridades en el Congreso en el marco de ciclos noticiosos que duran muy poco y con un presidente cuyos tuits y pronunciamientos agregan volatilidad.
Fuente:AP
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