La Habana.- Cuba y Estados Unidos pusieron fin a más de cinco décadas de enfrentamiento y restablecieron sus relaciones diplomáticas en un histórico 2015, el "año del deshielo" que abrió una nueva era entre ambos países.
En el año que acaba, los actores de un contencioso nacido en la Guerra Fría dejaron de ser enemigos para convertirse en dos vecinos que han reabierto sus embajadas y que han establecido mecanismos de diálogo bilateral para avanzar en la normalización plena de sus relaciones, proceso donde el principal escollo sigue siendo el embargo económico y comercial sobre la isla.
Desde el 17 de diciembre de 2014, el día que Barack Obama y Raúl Castro sorprendieron al mundo con el anuncio de su distensión, ambos países han recorrido un intenso camino que ha dejado un abultado álbum de imágenes para los libros de historia.
Entre ellas, las banderas de Cuba y EEUU en sus sedes diplomáticas de Washington y La Habana o la primera reunión entre los presidentes de ambos países en más de medio siglo.
Cuba y EEUU dedicaron la primera mitad del año a la negociación para reabrir embajadas con cuatro rondas de conversaciones celebradas en La Habana (enero y marzo) y Washington (febrero y mayo) bajo el liderazgo de dos mujeres: Josefina Vidal, directora de la Cancillería cubana para América del Norte, y Roberta Jacobson, subsecretaria de Estado para América Latina.
Una negociación que fructificó el 20 de julio, la fecha del restablecimiento diplomático: desde ese día la bandera de Cuba volvió a ondear en Washington, mientras que las barras y estrellas de la enseña norteamericana se izaron sobre el Malecón habanero el 14 de agosto, bajo la atenta mirada de John Kerry, el primer secretario de Estado que ha visitado la isla en 70 años.
Antes de llegar a ese momento, Cuba vio cumplida una de sus tradicionales reivindicaciones frente a EEUU: su salida de la lista de países patrocinadores del terrorismo, una decisión que Washington hizo efectiva el 29 de mayo y que supuso un impulso definitivo para el proceso de acercamiento.
Una de las imágenes más esperadas y que más se recordarán de este año fue la "foto del deshielo" que protagonizaron Obama y Castro en su histórica reunión del 11 de abril en Panamá, en el marco de otra no menos histórica cita: la VII Cumbre de las Américas, la primera que reunió a todos los países del continente incluida Cuba, que participó por primera vez en este foro.
Cumplida con éxito la restauración diplomática, La Habana y Washington crearon una comisión bilateral para trazar la hoja de ruta hacia la normalización total de sus relaciones, un camino que ambas partes admiten complejo por las profundas diferencias que aún les separan.
Cuba sostiene que, para tener relaciones plenas, EEUU debe levantar el embargo, una política que Obama reconoce como obsoleta pero cuya derogación depende del Congreso norteamericano, de mayoría republicana.
Además de instar al Congreso al levantamiento del embargo, Obama ha hecho uso de sus prerrogativas ejecutivas para flexibilizar algunos aspectos del "bloqueo", como la relajación de los requisitos de las normas sobre exportaciones, intercambios de divisas y los viajes de norteamericanos a la isla, entre otros.
EEUU todavía no permite a sus ciudadanos el turismo en Cuba pero esas nuevas facilidades para visitar el país han multiplicado los viajes de norteamericanos a la que durante décadas ha sido para ellos la isla prohibida: solo en los primeros siete meses del año casi 90.000 estadounidenses llegaron a Cuba, un 54 por ciento más que en 2014.
El deshielo ha abierto también la espita para las visitas de alto nivel: desde miembros del gobierno como Kerry y los secretarios de Comercio y de Agricultura, Penny Pritzker y Thomas Vilsack respectivamente, hasta los gobernadores de Nueva York, Arkansas o Texas y misiones empresariales de varios estados.
Fuente: EFE
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